Cuando bajan las temperaturas, los días se acortan y pasamos más tiempo en espacios cerrados, los virus respiratorios circulan con más facilidad. Si además entrenas fuerte, tu organismo tiene un reto extra: rendir bien… sin que tus defensas se vengan abajo.
En este artículo encontrarás claves sencillas y naturales para cuidar tu sistema inmunitario durante el invierno sin dejar de hacer deporte.
¿Por qué el invierno pone a prueba tus defensas?
Durante los meses fríos se combinan varios factores:
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Más exposición a virus en espacios cerrados y con poca ventilación.
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Aire frío y seco, que irrita las vías respiratorias.
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Menos horas de sol y, a menudo, menos vitamina D.
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Cambios en la rutina de sueño y mayor sensación de fatiga.
Si a esto le sumamos entrenamientos intensos y competiciones, el cuerpo necesita un extra de apoyo inmunitario y de recuperación.
Cuando el esfuerzo desafía al sistema inmune
El ejercicio moderado y regular es uno de los mejores aliados de la salud:
ayuda a mantener un peso adecuado, mejora la circulación, regula el estado de ánimo y fortalece las defensas.
Sin embargo, cuando el entrenamiento es muy intenso, prolongado o no se respeta el descanso, aparece lo que muchos estudios llaman una especie de “ventana abierta” inmunológica:
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Durante las 3–72 horas posteriores a un esfuerzo muy exigente, el sistema inmune puede estar algo más vulnerable.
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En ese periodo es más fácil que un virus respiratorio aproveche para instalarse, sobre todo si hay frío, mala alimentación o falta de sueño.
Por eso, el objetivo no es entrenar menos, sino entrenar con cabeza: planificar la carga, respetar los días suaves y mimar al máximo recuperación, nutrición y descanso.
Nutrición e inmunidad: lo que tu cuerpo necesita
El sistema inmunitario se construye cada día en el plato. Una alimentación pobre en nutrientes, con exceso de procesados y azúcares, puede traducirse en más cansancio, peor rendimiento y mayor susceptibilidad a infecciones.
1. Nutrientes básicos para tus defensas
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Proteínas de calidad
Necesarias para fabricar anticuerpos y reparar tejidos tras el ejercicio. Incluye a diario legumbres, pescado, huevos, carnes magras, tofu o tempeh, frutos secos y semillas. -
Grasas saludables
Procedentes de aceite de oliva virgen, aguacate, frutos secos, semillas y pescado azul. Ayudan a modular la inflamación y apoyan la salud cardiovascular. -
Hidratos de carbono complejos
Como avena, patata, boniato, arroz integral o pan de calidad. Aseguran energía para el entrenamiento y evitan llegar a las sesiones “vacío”, algo que también estresa al organismo.
2. Micronutrientes clave
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Vitamina C
Presente en cítricos, kiwi, pimientos, fresas o brócoli. Contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y actúa como antioxidante. -
Vitamina D
Se obtiene principalmente del sol y, en menor medida, de pescados grasos, huevos o lácteos enriquecidos. Es fundamental para las defensas y los huesos. En invierno conviene revisar niveles con un profesional sanitario. -
Zinc y selenio
Minerales implicados en la respuesta inmune y en la defensa frente al estrés oxidativo. Los encontramos en marisco, carne, legumbres, frutos secos, semillas y algunos cereales integrales. -
Vitaminas del grupo B
Importantes para el metabolismo energético y el sistema nervioso, algo esencial en deportistas sometidos a cargas de trabajo elevadas.
3. Antioxidantes naturales
El ejercicio intenso genera más radicales libres. Los antioxidantes de frutas y verduras ayudan a neutralizarlos:
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Prioriza una “paleta de colores” en el plato: verde oscuro (espinaca, brócoli), naranja (zanahoria, calabaza), rojo (tomate, frutos rojos), morado (remolacha, uva negra)…
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Incluye a diario una buena ración de vegetales crudos o poco cocinados.
Microbiota intestinal: el ejército silencioso
Gran parte del sistema inmunitario está en el intestino. Cuidar la microbiota es una inversión directa en defensas:
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Fibra prebiótica: presente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales; sirve de alimento para las bacterias beneficiosas.
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Alimentos fermentados: yogur, kéfir, chucrut, kimchi, kombucha u otros fermentados tradicionales pueden aportar microorganismos interesantes.
Un intestino sano se relaciona con menor inflamación de base, mejor absorción de nutrientes y una respuesta inmune más eficaz.
Fitoterapia y apoyo natural en temporada de resfriados
Algunas plantas se han utilizado tradicionalmente para apoyar las defensas o aliviar síntomas leves de infecciones respiratorias. Entre ellas se suelen citar, por ejemplo, la equinácea, el saúco, el tomillo, el jengibre o la raíz de regaliz.
La evidencia científica es variable según la planta y la preparación, por lo que es importante:
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Utilizarlas como complemento a un estilo de vida saludable, nunca como sustituto de un tratamiento médico.
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Consultar con un profesional sanitario, especialmente en caso de medicación, embarazo, lactancia o patologías previas.
El frío y la inmunidad del deportista: pautas prácticas
Entrenar con bajas temperaturas es posible —y muy beneficioso— si se hace con prudencia:
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Abrígate por capas
Ropa térmica transpirable cerca de la piel, una capa intermedia aislante y una capa externa cortavientos e impermeable si llueve. -
Evita quedarte mojado
Tras el entrenamiento, cambia ropa y calcetines cuanto antes. No te quedes parado al aire libre con la camiseta sudada. -
Calienta bien
Un calentamiento progresivo aumenta la temperatura corporal y prepara músculos, articulaciones y sistema cardiovascular. -
Cuida la respiración
Inspirar preferiblemente por la nariz ayuda a templar y filtrar el aire frío antes de que llegue a los pulmones. -
Escucha al cuerpo
Fiebre, dolor intenso o malestar general son señales para frenar. Forzar en estas condiciones solo prolonga la recuperación.
Descanso, hidratación y control del estrés
El sistema inmunitario no solo se sostiene con comida y entreno.
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Sueño reparador
Dormir entre 7 y 9 horas de calidad mejora la regulación hormonal, la recuperación muscular y la capacidad de defensa frente a infecciones. Intenta mantener horarios regulares, reducir pantallas por la noche y crear una rutina relajante antes de dormir. -
Hidratación constante
El aire frío y seco, junto con el esfuerzo físico, puede favorecer la deshidratación aunque no sientas tanta sed como en verano. Lleva siempre agua o infusiones templadas y bebe antes, durante (si el ejercicio es prolongado) y después de la actividad. -
Gestión del estrés
Estrés crónico y defensas bajas van de la mano. Técnicas como la respiración profunda, el yoga suave, la meditación o simplemente pasear al aire libre sin prisa pueden marcar una gran diferencia.
La inmunidad del movimiento
El ejercicio es salud, pero su beneficio aparece cuando se acompaña de recuperación, nutrición y equilibrio. Cuidar tus defensas no significa entrenar menos, sino entrenar mejor:
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Escucha tus sensaciones.
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Ajusta la carga de trabajo en épocas de más estrés o falta de sueño.
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Refuerza tu alimentación con productos frescos y de temporada.
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Prioriza el descanso como parte del plan de entrenamiento, no como un “premio” opcional.
Moverte de forma regular, alimentarte bien y respetar tus tiempos de descanso convierte el invierno en un aliado: una etapa perfecta para consolidar hábitos que mantendrán tu sistema inmune fuerte todo el año.
Si ya cuidas estos pilares, estás construyendo la mejor “barrera natural” para seguir entrenando, rindiendo y disfrutando de tu deporte… incluso cuando hace frío ahí fuera. 🌬️💚
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